La inteligencia artificial generativa está transformando de manera acelerada la formación y la práctica de los jóvenes abogados, modificando los procesos tradicionales de investigación, análisis y redacción jurídica. Este artículo analiza críticamente su impacto, destacando tanto los beneficios que ofrece (eficiencia operativa, automatización documental y apoyo constante en la práctica profesional), así como los riesgos que implica para el desarrollo del razonamiento jurídico, el pensamiento crítico y la ética profesional. Se abordan fenómenos como la dependencia intelectual, la sustitución del estudio profundo por respuestas inmediatas, las alucinaciones normativas y jurisprudenciales, así como los desafíos en materia de confidencialidad y sesgos algorítmicos. Desde una perspectiva práctica, se sostiene que la IA no sustituye al abogado, pero sí redefine el estándar de competencia profesional. En este contexto, el valor del abogado radica cada vez más en su capacidad para interpretar, verificar y contextualizar la información, así como en ejercer criterio jurídico y juicio ético.
